“EL CAMINO DE LOS DUENDES”
Por Jorge Martinez R.
Entrevista o recopilación de Atilio J. Gomez Garcia a Gonzalo Martinez.
Publicada en el "Diario El Sol de Maturin" el dia domingo 8 de Diciembre del 2.002
Bartola, Eustaquia y Estilita;
eran tres viejas que vivían, una en el Naranjo, una en Macuro 1 y la otra en
Cambural; sitios adyacentes a La Guanota y cuyas edades oscilaban entre los 75
y 80 años para la época de 1.940. Para ese momento no se conocían en la región
ni carreteras, ni la educación, ni la medicina, ni la iglesia, ni la política y
la gente se guiaba por métodos arcaicos heredados de cultos y creencias
tradicionales que se practicaban en forma religiosa y se observaban con
estricta devoción. Estas tres ancianas una de las cuales era partera, una
curandera y la otra espiritista, todas practicantes de la brujería tenían cada
una territorios demarcados donde ejercían sus influencias y el mismo era
respetado por las demás. Cumplían fielmente los mandatos del espíritu de
devoción, y sus casas eran santuarios de creyentes y necesitados de ayuda
espiritual o cura para sus maleficios. Todas ellas se tenían miedo espantoso
entres si y ninguna se atrevía a pronunciar el nombre de la otra sin antes
persignarse y decir, que se le tapen los oídos a esa diabla de que mis palabras
lleguen a ellas; pero había una fecha y una ritualidad que las obligaba a
concurrir todos los años a un sitio donde debían llegar despojadas de todas sus
marramucias, por que allí se iba solo a rezar y debían llevar el alma limpia.
Ese sitio era el campo santo, al cual iban a comunicarse con sus fieles
difuntos para que le ayudaran a conseguir el perdón de sus pecados en este
mundo por todas las vainas que habían cometido. Un vez juntas en el cementerio
y creyendo ser redimidas de sus pecados se quitaban el trapo negro de la
cabeza, se limpiaban los ojos y se acercaban a los ahijados, de hecho, todas
eran comadre entre si; se miraban aunque con un poco de recelo, se mostraban
las encías y se intercambiaban el tabaco. De allí bajaban hasta la casa de
estilita para pasar el resto de la noche arrellanadas a la orilla del
fogón comiendo chaco sancochado, maíz
pelado, cambur asado y guarapo de borra mientras hablaban de los muertos, los
espíritus y los duendes, entre chupido y chupido de sabrosos tabacos.
La conversación entre
las tres brujas se efectuaba
invariablemente de noche del primero de noviembre, día de todos los santos y
giraba alrededor de todos los misterios del monte, los espíritus y los
animales. Si cantaba un burro, Bartola se levantaba, pegaba tres brincos en
cruz, se persignaba e invocaba el nombre de San Cipriano. Ladraba un perro,
Eustaquia hacia una cruz de ceniza, daba tres planazos en el horcón de la
cocina e invocaba el nombre de san Lázaro y si cantaba un gallo, ya eran las
doce de la noche y Estilita se dirigía a la orilla del camino para ver el paso
de los duende que según ella salían del rio de las Charcas, subían por el
camino de los Cauchos, entraban a las cuevas de Corozal, para luego subir por el
camino de Pancho Zamora, atravesar el cerro del Burro, bajar por el camino de
Los Manantiales, faldar el Cerro de Las Trincheras, bajar a la sabana de
Boquerón, atravesaban el Banqueado, terminando su viaje en la Cueva del
Guácharo, donde debían confesarse ante los espíritus del monte para terminar su
peregrinación por el camino de los hombre.
Puede ser la mayor de
las ingenuidades , pero tuve la oportunidad de escuchar de los propios labios
de la vieja Estilita Dimas esta espeluznante narración el día 13 de diciembre
de 1.946, cuando ella subió de Cambural a La Guanota para ejercer su voto en las elecciones efectuadas el 14 de
diciembre de 1.946, siendo su interlocutora en esa ocasión la señora Cleofe
Oliveros, mientras nosotros un grupo de muchachos , que para entonces no éramos
ajeno al ámbito que nos rodeaba, como los de ahora, oíamos esa conversación con
la mayor sorpresa y hoy la recordamos como un ejemplo de la cultura campesina
de aquella época. Pero “El Camino de los Duendes” sigue allí, al igual que los
misterios e inquietudes de la humanidad por conocer los secretos que rodean
nuestra existencia. Quizás esas ancianas estaban poseídas por alguna influencia
extraña que las impulsaba a tomar decisiones , como la de arrancar a las seis
de la tarde del rio de las charcas- limite sur del estado Sucre con la parte
del norte del estado Monagas- acompañada por una perrita y una punta de
espíritus; según ellas a efectuar durante la noche todo el recorrido por el
camino de los duende antes descrito, para llegar a la Cueva del Guácharo, antes
del primer canto de gallo , para encontrarse con el Dios de los montes y
recibir los poderes de la curandería.
Extraña y peligrosa
curiosidad a la fe. Estilita solo aspiraba deshacerse de las otras dos viejas
usurpando sus respectivas facultades como curandera y partera y hacerse dueña
de la región. De allí salió una antigua conseja: A Bartola la mataron a
machetazos por bruja, Eustaquia se murió de hambre y a Estilita se la llevo el
diablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario