Los Guichos de la negra Ana María.
En la montaña de La Guanota, la negra Ana María, mientras recogía leña, para su fogón, se quedo mirando a una rana montañera que dormitaba sobre una hoja de bijao, sin mayor importancia, avanzó tres o cuatro pasos, para cortar un palo de guamo seco, miro que sobre una hoja de ocumo blanco, posaba la misma rana, que esta vez se le quedo mirando intensamente y en ese momento la Negra Ana María, se percató que su hijo, que era su acompañante, no estaba a su lado ni a su alrededor, quiso gritar para llamar a su hijo, pero sintió que no le salió el grito, quedándose sin voz. La montaña se oscureció sorpresivamente, de repente una ventolera acompañada de truenos y relámpagos, estremecían a los arboles y al monte de la montaña. Contaba la negra Ana María, que sintió mucho miedo, sintiéndose sola y atrapada en la montaña, pensó que a su hijo se lo había llevado el diablo o se lo había tragado la montaña o simplemente el bejuco que pierde las personas en el monte se lo trago. Me encomendé a mi Dios todopoderoso, saqué mi tabaquera del morral, los fósforos no prendieron por la humedad, quise recostarme de una gran piedra a llorar por mi hijo y entonces observé la misma rana, que me miraba intensamente. Yo temblaba del frio, me animé y me puse a conversar con La Rana ya que era mi única compañera en la montaña. Sentí una fortaleza inmensa y una sensación de alegría, trate de volver a encender un tabaco y los fósforos prendieron con una llama preciosa, de repente se me quitó el frio del cuerpo y sentí la cálida sensación de que estaba bien acompañada, le pedí con fuerza y mucha fe a La Rana, como si hablaba con Dios, que cuidara a mi hijo y lo trajera a mi lado. De repente el cielo se despejo y un sol bello y radiante alumbró toda la montaña. Me despedí de La Rana diciéndole: “cuidas a mi muchacho”, Emprendí camino a mi rancho y La Rana se posó sobre una hoja de café, siempre mirándome intensamente, sentí animo y casi con mucha confianza de amiga le dije: “Bueno mijita! ¿Qué es lo que quieres tu conmigo”? Si quieres vámonos pá mi rancho. Despegué la hoja de café, donde posaba La Rana, y cuando tuve la hoja en mi mano La Rana no estaba y en ese momento aprecio mi hijo a mi lado, emocionada le dije: ¡Mijo! ¿Por dónde andabas, que me dejaste sola con una rana? La Rana estaba en esta hoja de Café y ahora no la veo. Mi hijo se quedó mirando la hoja de café y me dijo: ¡Mama, esta hoja de café tiene un escrito que solo yo puedo leer! y como yo no sé leer, el me lo leyó! Después que escuche su lectura, exclame emocionada y llorando. Hijo esto es la proclama de La Rana. La Rana escribió en su proclama de la montaña lo siguiente: para el ultimo miércoles del año dos mil cincuenta y siete será descifrada esta proclama a la humanidad, que será fuente de vida, como el agua de un manantial que esta al pie de esta montaña, que sanara todas las enfermedades del cuerpo humano, conservando su mente sana, su protección total y plena de alegría hasta el último día de su existencia. Ese manantial debe llamarse “El manantial de La Rana”, fuente de la vida, fuente de agua sagrada que será el remedio del cuerpo y la mente y en el 2.083 se descifre la clave relacionada con el oxigeno de la naturaleza, el secreto del monte y la eternidad de la vida, los que cuiden de esta proclama deben ser escogidos como los Guichos celadores de este escrito sagrado, que debe ser enterrado en una montaña de Venezuela hasta que se autorice su gran descubrimiento u lectura.
La Guanota de Caripe 24/02/2020
1 comentario:
Escribes muy bien, gracias por estas fábulas maravillosas, recibe un fuerte abrazo de una caripera.
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