domingo, 18 de diciembre de 2016


La Piedra de amolar.
P/ Jorge Martinez R.




Antes que el hierro o fierro ya existía la piedra de sacar filo, punta o simplemente amolar el hierro en sus diferentes modalidades después que el fuego ya las mandarrias hacían lo propio.
Sin remontarnos a la prehistoria del hombre y  los materiales, vamos a reseñar sucintamente, parte de lo  que ha significado la piedra de amolar para el desarrollo integral de la humanidad.
Con la aparición del oro, el hierro, el cobre etc.  el hombre pasa de la piedra y la madera, a elaborar herramientas para la defensa de su integridad física y la guerra para defenderse y marcar su territorio y el de los  lo suyos, como la puya, la lanza, el hacha, el cuchillo, el machete, el pico y la chícora entre muchos objetos punzo penetrantes o cortantes, siendo su única aliado la inefable piedra de amolar.
La piedra  como la tierra son cosas sagradas de la naturaleza y una bendición como compañera del  hombre del campo y la montaña.
Nada mas odioso que tratar de cortar o picar algo, con un hierro sin filo o sin punta, llámese cuchillo, machete, pico, azadón, chícora, tijeras etc. Y es allí donde la bendita piedra de amolar juega su papel fundamental, de sacarle filo a todos los instrumentos que usamos en nuestra rutina de vida diaria.
Las piedras de los ríos y montañas, han sido las mas preciadas por su naturaleza arcillosa o caliza que permite que cada hierro se afile con mayor intensidad, al punto que hasta la navaja de afeitar se afila con piedras antes de cortar la barba o el pelo cualquiera que sea.
Cada campesino que se precie de ser agricultor, tiene en su casa, su rancho o conuco su piedra de amolar y es una de las pocas cosas que nunca se intercambian o se prestan entre si;  por cábala o cuentos de camino: “De que si amuelan con mi piedra me puedes cortan la cabeza”.

Hay piedras antiguas que conservan algunas familias de Caripe y La Guanota, lamentablemente no conservo las de mis abuelos, por que eran en sus tiempos comerciantes, jugadores y hasta enamoradores que no me dejaron como herencia  “La pierda de amolar”

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